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©2025 Matías Wiszniewer

Imagen de encabezado: ingreso a las excavaciones donde se descubrieron numerosas tumbas de la aristocracia de los mochicas de Sipán.
Partimos desde Trujillo hacia el norte con rumbo a Chiclayo, desde la región de La Libertad hacia la de Lambayeque, y a unos 35km tomamos de Chiclayo un desvío noreste que nos llevó por las localidades de Zaña y Cayalti, y luego a un tramo casi campo traviesa por una senda terrosa en lo que no se podía transitar a mucho más que 20km/h, hasta alcanzar el poblado de Sipán, y luego el sitio donde en 1987 tuvo lugar lo que fuera considerado como el descubrimiento arqueológico más importante realizado en la América del siglo XX.
Nos aguardaba un hermoso atardecer sobre el excelente Museo local y el sitio arqueológico, donde solo tuvimos las compañía de dos o tres funcionarios, una amable pareja de artesanos, y un pequeño grupo de búhos.
En la falda de dos pirámides de unos 30 metros de altura, en el sitio llamado “Huaca Rajada“, se encuentran las esperadas excavaciones iniciadas en 1987. Allí, junto a varios nichos de nobles, guerreros y sacerdotes, se encuentra la Tumba del Señor de Sipán, importante monarca de los moches. Es la única tumba en la que se encontró toda la cantidad de joyas y elementos “para la otra vida” que los deudos colocaron allí para él y para los humanos y animales que lo acompañan en el viaje al más allá, por lo cual se ganó con justicia el nombre de “Tutankamón de América“. Un poco más atrás y bastante más abajo, casi escondida, hay otra tumba, la del llamado “Viejo Señor de Sipán“, padre o abuelo del otro, que a mí me inspiró una magia especial: como si el Viejo Señor fuese el alma del lugar, discreto y aislado en su poder antiguo, venerable y supremo,
Chiclayo es la capital de la región de Lambayeque, y por supuesto el lugar donde el estadounidense-peruano Robert Prevost, actual Papa León XIV, fue obispo entre 2015 y 2023. Claro que su nombre está por todos lados en la ciudad, y hasta la marca de helados “Mr. Paleta” creó un modelo llamado “Papaleta, León XIV”, que descubrí en un bar frente a la Plaza de Armas y la Catedral.
Lambayeque no es la capital de Lambayeque, sino una especie de suburbio de Chiclayo, que además de un intenso tráfico de mototaxis alberga uno de los más importantes museos arqueológicos de Perú, el extraordinario “Tumbas Reales de Sipán” (donde va a parar todo lo que se descubre en las excavaciones de Huaca Rajada), y otro, el del alemán Brünig que, también de sofisticada jerarquía, muestra una amplio repertorio de hallazgos de la región.
Ya sobre el cierre del viaje, hicimos los casi 800km del regreso a Lima, entre los mágicos paisajes del desierto montañoso que baja hacia el Océano Pacífico, con parada para pernoctar en Chimbote, aunque no alcanzamos a probar la parrilla argentina “El Portón Gaucho” que se promocionaba sobre la ruta de acceso a esa ciudad costera.
Unos 80km antes de ingresar a las populosas y caóticas barriadas del norte de la capital, pasamos por las obras del gigantesco Puerto de Chancay, que según afirman será el más grande y avanzado del Pacífico latinoamericano, y cuya construcción está siendo financiada principalmente por capitales chinos.