El brillo de las clases más encumbradas de la Argentina en la época del Primer Centenario y la “manteca al techo”. Algunos de aquellos palacetes devinieron embajadas (como la de Francia) u hoteles de altísima categoría. Otros fueron demolidos para levantar modernos edificios.
Observando todo desde el bronce, el eterno rostro de Carlos Pellegrini, y al final del camino nos espera el coqueto edificio que habitó Bioy Casares.