Fundada por los celtas hace 25 siglos, y capital de Lombardía desde tiempos medievales, fue sede de los emperadores romanos durante más de 100 años, durante la etapa final del Imperio.
Leonardo da Vinci, contratado por los duques de Milán, pintó allí, en un muro de las iglesia Santa Maria delle Grazie, el célebre e impactante fresco La última cena.