Desde la capital salteña, serpenteando los abismos de la Cuesta del Obispo, hasta la paz de los cóndores que se respira en el pueblo de Cachi.
Y desde Cachi, por caminos de ripio donde la más alta velocidad posible -en un auto normal- es de 40km/hora. Hacia el sur, los poblados de Molinos y Seclantás, y hacia el norte, la encantadora localidad de La Poma (las ruinas del “Pueblo histórico” destruido por un terremoto en 1930, y el pueblo nuevo, construido a dos kilómetros), y un depósito de granos que perteneció al extremo sur del Imperio Inca. Toda la región está teñida por la dignidad del río Calchaquí y de las montañas que lo rodean, y por la impronta de los pueblos diaguitas que la habitan desde hace miles de años.