“Llegado a Antwerp (Amberes) como en 2014, encontré un parking muy bien ubicado entre Rubens y este bellísimo sector de la ciudad. La Casa de Rubens (vivió allí entre 1610 y su muerte en 1640) está muy bien para visitar, bien también la hispano-audioguía, pero flojo en cuanto a cartelitos explicativos de sectores y obras: hay muy pocos y distribuidos de forma antojadiza.”
De mi diario de viaje
“A la altura del tremendo edificio de la cervecería Stella Artois (la famosa ‘Stella’), que según aprendí hoy es de Lovaina…”: así continuaba en mi diario narrando la llegada a Leuven (Lovaina), otra de las ciudades esenciales de la Bélgica flamenca, en cuya importantísima universidad medieval se formó, entre otros célebres personajes, Erasmo de Róterdam.
Por último, así dejé consignado el accidentado arribo nocturno a Bruselas:
“Muy tranquilo el camino de Lovaina a Bruselas, pero un desastre la -casi no- llegada al hotel, por entre las callejuelas de un centro que parece una réplica de París o más lindo aún, con multitudes en las calzadas, bares, etc. Todas las vías que indicaba el GPS o bien estaban cortadas o bien eran contramano ¡me volví loco! Trataba de llevar al GPS cada vez más lejos pero insistía obsesivamente en sumergirme en el mismo laberinto de calles. Me fui más lejos aún y ¡por fin! cambia el plan y me manda por otro camino. Pero… al girar en el ancho Boulevard Anspach… ¡todo cortado y lleno de gente, como si fuese carnaval! Ya no sabía qué hacer. Pensé en tirar el auto en algún lado y preguntar, o incluso venir caminando hasta el hotel. En un ultimísimo intento, atravesando un increíble laberinto de pasajes angostísimos y llenas de belgas caminando (no sabía si era permitido transitar por ahí hasta que pasé delante de un grupo de policías que no me dijeron nada) llegué, nervioso, agotado y mucho más tarde de lo previsto. El amable albanés-botón me acompañó por todos lados, recibió mis quejas por la situación y se ocupó del auto y de mi equipaje.”