A 34km del puerto francés de Calais, Dover, sobre el Canal de la Mancha, es el punto más cercano al continente europeo de las islas británicas.
En 1066, tras desembarcar en Hastings (a 50km al suroeste) y de aplastar al ejército anglosajón para fundar la dinastía de los normandos,  las fuerzas de Guillermo el Conquistador se dirigieron a la fortaleza de Dover, que databa de tiempos romanos, y la convirtieron en cenizas.
En el siglo siguiente el rey Enrique II inició la reconstrucción, dándole al nuevo Castillo (el más grande de Inglaterra) su forma actual, sobre los blancos acantilados y las aguas azules que lo separan de Francia.

“La contemplación (the gaze, se diría en inglés) es phantastic, magnificient. El Canal que crucé en aquel vuelo de Spantax hace 28 años se despliega ahora ante mí. Ferrys surcan lentamente el estrecho hacia Francia. Las bandadas de gaviotas se hacen ver y oir. El sol se pone en el West, proporcionando sus últimas pinceladas de luz al faro romano del siglo I, a la iglesia del XI y al Castle de Henry II, detrás de ambas….”
                                                                                                                                                         De mi diario de viaje