Mientras cumplía su función de Administrador de la Diócesis de Warmia, en el Palacio arzobispal de Frombork (o Frauenburg), el canónigo católico Nicolás Copérnico pasó cada noche, durante años y años, en lo alto de la Torre principal (a la que pude subir aquel 2 de octubre) observando estrellas y planetas, anotando sus movimientos y diseñando la bella forma que daría al Sol el lugar central.