“A una jornada está San Jorge, que es Lod” anota en su diario de viaje el peregrino judío español del siglo XII Benjamín de Tudela. El nombre alternativo de “San Jorge” que escribe el viajero tiene que ver con que, frente a la vistosa mezquita de verde cúpula, se encuentra la iglesia cristiana ortodoxa de San Jorge, donde está enterrado el mismísimo San Jorge (no pude ver nada del interior porque la iglesia estaba cerrada cuando yo llegué).
El poblado desentona con el Israel moderno y pujante de nuestros días, se parece más a alguna localidad de algún que otro país vecino de Medio Oriente o del norte de África: parece que funciona como refugio de inmigrantes de pocos recursos y, según algunos comentarios que escuché por allí, también de “mafiosos”.
Pero su larguísima historia habla de otra cosa: fundada por los cananeos en el quinto milenio a.C., es varias veces mencionada en el relato bíblico, fue una próspera ciudad durante la época de los asmoneos, en el siglo II a.C.
Alberga un interesante museo que resguarda y exhibe piezas impecables de mosaicos romanos hallados en la población.
Está muy cerca del aeropuerto internacional David Ben Gurión, en el camino de Jerusalén a Tel Aviv.
Lod es considerado el lugar de nacimiento del célebre rabino de la época romana, Akiva ben Iosef.