La casa del Alberto Durero (donde uno es recibido por “la voz” de su esposa Agnes) simboliza el esplendor del Renacimiento Alemán, en esta ciudad que en su edad de oro fue cobijo de arte, cultura, cartografía y comercio (uno de sus hijos fue el comerciante, astrónomo, navegante y geógrafo Martin Behaim, contemporáneo de Cristóbal Colón).