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©2024 Matías Wiszniewer
El camino desde Barcelona tuvo dos paradas previas antes del arribo a Tudela sobre la medianoche del 10 de octubre, y hubo otra incursión, en el camino hacia Madrid (el 13 de octubre) que también forma parte de este apartado.
- Monasterio de Poblet: fantástica inmersión en esta Abadía cisterciense rodeada de huertos, aire puro y montañas. Del siglo XII, sigue funcionando en nuestros días.
- Zaragoza: regreso breve cinco años después para repasar la geografía del antiguo barrio judío, las dos catedrales, el Teatro Romano y el magnífico Palacio de Verano que los monarcas islámicos conocieron como “Aljafería”. Todo esto en medio de una ciudad tomada por la euforia popular al ritmo de la “Fiesta del Pilar”
TUDELA: el corazón de “mi España 2024”. Ya había estado unas horas en 2017, pero ahora fueron más de dos días intensos y fructíferos.
En su entretejido de calles fundado por los árabes en el siglo IX, me hallé finalmente en el territorio de Benjamín, el misterioso viajero, escritor, acaso comerciante y acaso rabino del siglo XII al que investigo.
Tudela, “Capital de las Verduras”, al sur de la Comunidad (ex reino) de Navarra, deleita con la gran Plaza de los Fueros y con las vistas panorámicas de la ciudad y del río Ebro que contemplé desde el Cerro Santa Bárbara y desde la Torre de Monreal (ambos fortalezas islámicas; en el Cerro, luego del la Alcazaba musulmana, estuvo al Castillo cristiano, y en época de Franco se colocó allí un inmenso Cristo).
La gran Catedral, que se levantó en el siglo XII sobre la que fuera la Mezquita Mayor, tiene en su interior un compacto pero muy interesante Museo de Tudela (que incluye la excelente Sala Judía), y en su exterior la magnífica Puerta del Juicio en cuyo arco un delicadísimo trabajo de dovelas ilustra la metáfora del Juicio Final (Paraíso a la izquierda del observador, Infierno a la derecha; de esta obra de arte es la FOTO que ENCABEZA esta entrada de texto).
El restaurante “Hasta las Bolas” (indicador de la nutrida colonia de argentinos de la villa), sirve excelentes pizzas y empanadas criollas, y sus manteles de papel llevan impresos magistrales diccionarios de lunfardo.
La Librería y Café “Letras a la Taza” es un privilegiado rincón de cafecito y bibliografía.
Hubo que hacer un selfie con el busto del legendario Benjamín en la Plaza de la Judería, y hubo que perderse entre las calles de la Vida, Dombriz y de Benjamín de Tudela, entre tantas otras.
La Plaza de San Salvador está dedicada a la hermandad de Tudela con la israelí Tiberíades: en ella se puede observar una escultura alusiva que lleva inscripta una frase atribuida a Benjamín en el momento de su partida:
“ADIÓS RÍO EBRO, REGRESARÉ AUNQUE SEA PARA MORIR EN TUS ORILLAS“
Fue en la Plaza de los Fueros (en uno de sus bares-restaurantes, “El Diamante”) que mantuve el encuentro más importante de la estadía en la ciudad: fue con el fotógrafo y agricultor tudelano Jesús Álava, que en 2006 realizó y relevó en imágenes casi todo el itinerario de su conciudadano Benjamín, en un fantástico viaje de dos meses; me contó detalles inolvidables y compartió conmigo material sumamente valioso.
- Tarazona: apenas a unos 30 kilómetros al sur de Tudela, rumbo Madrid pero ya en la Comunidad de Aragón, esta pequeña ciudad sorprende por su grandeza (de hecho fue la más importante de la zona en la Alta Edad Media, antes de la fundación de Tudela) y deslumbra con su casco antiguo elevado a orillas del río Queiles, donde se cruzan una Lonja Renacentista, un inmenso Palacio Episcopal erigido sobre las ruinas del antiguo bastión musulmán, el minarete de la vieja Mezquita que forma parte de la iglesia de Magdalena, y la extensa judería que se entrelaza con tales monumentos y con las casas colgantes suspendidas sobre algunos de sus callejones.