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©2024 Matías Wiszniewer
“Andalucía“: último eco geográfico-lingüístico del esplendor de Al-Ándalus, cuando los gobernantes musulmanes eran señores de casi toda la Península Ibérica y en colaboración con la población hebrea, pero también con los cristianos mozárabes que allí habitaron, erigieron uno de los momentos culturales más brillantes de la historia humana.
- SEVILLA: Judería, bullicio caótico, Giralda, gastronomía, Guadalquivir, lo cristiano-islámico sin entrar al Real Alcázar; y el grato encuentro -en la Cervecería de la Puerta de la Carne- con el colega escritor de magníficas novelas históricas José Vicente Alfaro.
- MÁLAGA: aires del Mediterráneo, plazas, iglesias, alcazabas y teatro romano. Ben Gabirol (el gran poeta del judaísmo medieval). Calles amplias rodeadas de callejuelas llenas de bares y negocios. Picasso x2. RONDA y su abismo entre dos pueblos.
- LUCENA, la Perla de Sefarad: el cementerio judío más grande excavado, recinto amurallado judío (el barrio musulmán era en los arrabales, lo contrario al resto la España musulmana), Castillo del Moral (“árbol de moras”, de siete brazos), guarda en su interior un fantástico Museo Arqueológico, cuya Sala Judía exhibe una maqueta de la ciudad descripta por el viajero y cartógrafo del siglo XII Abū Abd Allāh Muhammad al-Idrīsī (o al-Idrisi). Allí, en el Castillo del Moral, habría estado preso por algún tiempo Boabdil, el último rey moro del España. Lucena fue durante algunos siglos la Jerusalén de Al-Ándalus: allí funcionaron las más importantes Escuelas Rabínicas del judaísmo ibérico, en el terreno que hoy ocupa el Mercado Municipal.
- Montilla: breve paso por el frente de la casa del Inca Garcilaso de la Vega, que escribió allí, en el siglo XVI, sus Comentarios Reales de los Incas, donde contó la historia, cultura y costumbres de los pueblos del Antiguo Perú
- JAÉN: capital mundial del aceite de oliva, Castillo de Santa Catalina allí en las cumbres del cerro. En la judería, la Plaza Nájera con una gran menorá en homenaje a la diáspora sefaradí, y la estatua y plaza dedicada al gran sabio judío Hasday ibn Shaprut, médico y mano derecha del califa de Córdoba Abderramán III. Y muy cerca, el yacimiento íbero de Puente Tablas: un viaje a la España pre-romana.
- GRANADA: alma del flamenco con el nombre de “zambra”; el fantástico Albaicín, en cuyas cuevas moraron musulmanes expulsados, judíos muy antiguos y gitanos que permanecieron bajo los reyes católicos, a la sombra de la Alhambra nazarí (visitada por mí en 1997 y en 2023, pero no esta vez). Y uno de los momentos más esperados del viaje: la entrevista –en la heladería y horchatería “Los Valencianos”- con el catedrático valenciano de Barcelona y de Granada, filólogo y hebraísta formado en la Universidad Hebrea de Jerusalén, José Ramón Magdalena Nom de Déu, traductor del hebreo medieval al español del Libro de Viajes de Benjamín de Tudela. También excelente narrador de historias, José Ramón tuvo la gentileza de invitarme con unas copas de horchata, deliciosa bebida valenciana que conocí esa misma tarde de octubre.
Y finalmente, ALMERÍA. Aridez extrema frente al mar; fundada sobre antiquísimos asentamientos como Al-Mariyya por el califa Abderramán III, en 955, como uno de los principales puertos del Califato. En pocas horas pude recorrer el maravilloso Museo Arqueológico (que narra la historia de la región desde hace decenas de miles de años hasta los tiempos del dominio musulmán) y subir hasta un bar-terraza (lleno de almerienses muy bien vestidos que se dedicaban a consumir alcohol de distintas graduaciones en pleno día) para contemplar desde allí la Alcazaba Monumental, ya cerrada a esa hora.