Punto culminante del viaje fue el ingreso a este Parque Nacional, cuya posibilidad de acceso había estado en duda por el brutal incendio declarado en los últimos días de 2011.
Desde el alojamiento a orillas del Lago Grey, salí de navegación por el mismo reservorio lacustre hasta el formidable glaciar homónimo. Crucé los bosques negros (todavía con olor a quemado por la reciente obra del fuego) en el largo camino al Valle Francés, y soporté-sufrí-disfruté la implacable caminata hasta el Mirador de las Torres.
“Más o menos en coincidencia con el momento en que se termina de bordear el hermosísimo lago Skottsberg, de pronto se acaba el ‘infierno’ de bosques pulverizados y ennegrecidos por las llamas y reaparece el bosque lleno de vida y verdor, con toda su potente belleza. Es el momento en que uno se empieza a acercar al Valle Francés. Un guardaparque me comentó que ‘si se quemaba esto –que es el corazón, lo más lindo- teníamos que cerrar el parque.'”
De mi diario de viaje
“Ayer sábado hice el sendero que va entre la pintoresca ‘Hostería Las Torres’ y el ‘Mirador Base Torres’, desde donde se obtiene una magnífica vista de las tres ‘Torres del Paine’ (Norte, Central y Sur, de 2240, 2800 y 2840m respectivamente, aunque la Sur ayer estaba totalmente cubierta por la nubosidad), de la pequeña laguna en la que desemboca el ‘Glaciar Torres’ y del vecino ‘Cerro Nido de Cóndor’. En el arduo camino acompañan los espléndidos Valle y Río de Ascencio, y la vista del imponente y nevado ‘Cerro Almirante Nieto’ (de 2668m)…
La experiencia fue fuerte. Hubo momentos cercanos al límite cuando en algunas subidas (sobre todo en el ultimísimo tramo) tuve que exigir al cuerpo al máximo, y también momentos difíciles cuando los vientos de Eolo soplaron sin piedad, tanto al descender por el mismo último tramo como en la cornisa de Paso de los Vientos, entre ‘Campamento Chileno’ y ‘Hostería Las Torres’. Uno aprende en estos desafíos a concientizar el cuerpo, sus límites y también su increíble capacidad para utilizar cada músculo y cada aptitud de coordinación y equilibrio para dar correctamente cada paso; habilidades que uno intuye milenarias, originadas cuando vagábamos velozmente en busca de frutos entre las ramas de los árboles…”
De mi diario de viaje