“Atravesé el Atomium (monumentalmente impactante) y llegué a un parque de diversiones en cuyo interior está Mini-Europa. Fueron como tres horas de intensa caminata, muy alucinante. Todos los países de la Unión Europea (y sus principales ciudades) están representados: París, España, Italia, Gran Bretaña y muchos otros, con más de uno de sus respectivos prodigios. El Castillo de Dover se levanta sobre un peñón anunciando que uno va a cruzar el Canal hacia las islas británicas, y ahí está incluso el Eurotúnel bajo las aguas… Al final de todo el camino, el último paso, sobre una suerte de colina que mira al ‘resto de Europa’ desde arriba: en ese último rincón silencioso están las ruinas de la Acrópolis, del antiguo origen de todo lo demás. Todo el despliegue de maravillas fulgurantes queda sujeto a la reflexión de este silencio final con que Atenas contempla su legado.”
De mi diario de viaje.
Luego me dirigí al aeropuerto de Bruselas, volé a Londres y desde allí regresé a mi Buenos Aires.