Inicio > Imágenes de viajes MW > Argentina y Mundo > México 2024
©2024 Matías Wiszniewer
Desde Orizaba, continuando con rumbo sureste hacia Villahermosa (la capital de Tabasco) me tocó el tramo de ruta más complicado de todo el viaje. Grandes embotellamientos, peajes caros pero con pavimento muy bacheado, casi todo autopista pero (algo totalmente excepcional) muchos de los camiones que me acompañaron en el trayecto tenían por costumbre desplazarse a baja velocidad sobre el carril izquierdo: si se presentaba la oportunidad había que pasarlos por la derecha y rezar para que en ese momento no regresaran a su lugar natural en el carril derecho, de lo contrario solo cabía bajar la velocidad y aguardar con paciencia. Entre todas estas peripecias, y justo en uno de los tramos que pude transitar a velocidad normal, de pronto veo en el asfalto negro un objeto negro que ya no había tiempo de esquivar. Parecía un inocente trozo de caucho, pero no. Al pisarlo, la rueda trasera izquierda emitió un ruido feroz, que no me pareció buena señal. Pasó un eterno minuto, y la combinación de un nuevo tipo de sonido más la oscilación cada vez mayor del vehículo, me llevaron a maniobrar con la suavidad que se requiere en estos casos hasta acomodarme en la banquina. La cubierta estaba destrozada. La experiencia de tener que cambiar la rueda (firmemente aferrada con cinco tuercas), tirado en el asfalto, bajo un sol fulminante, sobre el lado en que pasaban los camiones (¡que ahora preferían el lado derecho de la autopista!), no se la recomendaría a ningún amigo. La demora ocasionada por todo lo anterior hizo que me alcanzara la noche antes de llegar a Villahermosa.
El principal objetivo en esta capital provincial era visitar el Parque Arqueológico La Venta (de hecho, elegí un hotel que quedaba enfrente), donde hay cuatro de las famosas cabezas gigantes de los olmecas. Cuando crucé el puente peatonal desde el hotel y me acerqué a las “taquillas”, me sorprendió verlas cerradas. En la puerta del recinto había un “Comunicado” referido a otro aspecto del Parque: el ser refugio de cierta cantidad de especies animales de la región. Resultó que sin anuncio de ningún tipo en ninguno de los sitios web vinculados, habían decidido poner en cuarentena cierta cantidad de felinos, y cerrar el lugar por varios días. Es decir, el Parque estaba cerrado y no lo pude visitar. De todos modos, el duelo fue parcialmente subsanado: haciendo un largo rodeo por el Parque pude ver desde afuera una de sus cabezas olmecas, dediqué casi todo el día a recorrer el fantástico Museo Regional Carlos Pellicer (que alberga otra de las cabezas), y conseguí en una librería céntrica un extraordinario compendio sobre la historia de esa cultura, que aun enigmática, parece haber sido el núcleo originario de todas las otras que florecieron en esta parte de América.
El atardecer de Villahermosa me regaló una hermosa caminata por la villa, su centro histórico y la rambla fluvial.