Egipto es -se sabe- inabarcable, enigmático en el tiempo, desconocido en el espacio. 
La que fuera principal potencia del Mundo Antiguo es hoy eso que ha dado en llamarse “país del Tercer Mundo“, aunque con gran preponderancia geopolítica. Conviven en su extensión las más fantásticas aventuras de la arqueología con el acervo islámico de 14 siglos, y no dejan de mostrar su impronta los legados judíos, cristianos, griegos y romanos
Los pasos de Benjamín de Tudela y de Moisés Maimónides me llevaron por tercera vez a esta esquina noroccidental de África, sobre todo a profundizar en el conocimiento histórico del jeroglífico que es su capital, pero también a la difícil provincia de Sharquia, a la escalada del Monte Sinaí, y al regreso -27 años después- al Valle de los Reyes, ese milenario laberinto funerario donde viven los faraones.