Muchas Limas son Lima.
La capital colonial fundada por Pizarro que se palpa en la Plaza de Armas y sus alrededores, en el Museo de la Inquisición y en el convento de Santo Domingo (y allí cerca, la contracara del dominio español en la Plaza del Libertador Gral. San Martín, porque compartimos con los hermanos peruanos al Padre de la Patria).
Las barriadas pobres en las faldas de los cerros.
En el otro extremo (al sur de una urbe cuyos mundos parecen desconectados entre sí) el siglo XXI rebosante en Miraflores y Larcomar, su centro comercial a cielo abierto, casi sobre el abismo de un acantilado que “cuelga” al borde del Pacífico y convierte a esta capital en única.
Y en la zona de “Pueblo Libre”, el imperdible Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, donde es posible recorrer desde las más remotas culturas preincaicas hasta el sable corvo de San Marín y los arduos avatares de la etapa republicana.