La capital incaica (Qosco o Cusco) se encuentra rodeada por una valle que, por la importancia religiosa de muchas de las maravillas que allí se encuentran, recibió el nombre de “sagrado”.
Mujeres tejedoras tejen como hace siglos o milenios en Chinchero. Urubamba, la capital del Valle. El impresionante conjunto arqueológico de Ollantaytambo, donde se puede revivir el asentamiento fundado en el siglo XV por Pachacútec, el noveno Inca (frente al pueblo, tallado sobre la roca del cerro Pincuylluna, el impactante rostro del dios Wiracocha, “el creador del Universo”). Otro impactante sitio arqueológico en las elevaciones adyacentes al pueblo de Pisac, donde me dejé llevar por los relatos del baqueano don Benigno. Y por todo el Valle, las hacedoras de chicha, como anoté en mi diario de viaje:
“Resulta que en las casitas donde las mujeres producen y venden chicha (a base de maíz) ponen una señal (tipo bolsa plástica), azul si no está el marido, y roja si está el marido, significando -en este último caso- que el cliente no puede emborracharse ahí adentro…”