Desde Zaragoza me dirigí a Barbastro, cuya caída definitiva en manos de los cristianos, en 1101, significó el principio del fin del dominio musulmán de la península, y en cuyo hospital (fundado en 1103) yació herido Geroge Orwell, cuando combatía por los republicanos en la Guerra Civil. Allí cerca Alquézar, el bonito “Pueblo Bonito de España”, y luego, entre pequeñas rutas perdidas entra las campiñas, hasta la Villanueva del brillante hereje y médico del siglo XVI Miguel Servet, que murió en la hoguera ginebrina de Jean Calvino, por defender la “libertad de conciencia”.