Titi: “puma”, Kahrka: “piedra”, “Piedra del Puma”: la forma del lago es la de un puma corriendo.
Desde La Paz, en micro hasta Copacabana, el pintoresco pueblo que es puerta de ingreso al Titicaca boliviano.
Y partiendo del puerto de Copacabana, navegación hasta la Isla del Sol, donde según la leyenda, los dioses dieron vida a Manco Capac, el primer Inca.
Crepúsculo inolvidable desde el mirador del faro, y al alba siguiente, navegación hasta el extremo norte de la Isla.
“Me encontré en el camino con el barquero, desandamos la subida de ayer incluyendo fuente incaica y escalinata de Yumani, así como una manada de burros conducida por su pastor, y aquí estoy, en estas aguas azulísimas, navegando en cubierta…”, cuento en mi diario de viaje, y luego: “…la auto-excursión de hoy estuvo espectacular (aunque con regreso a sotavento y oleaje en contra, todo muy movido y salpicado, el lago picado, fue una coctelera). 45′ de ida y 45 de regreso, más unas dos horas de trekking ida y vuelta hasta las ruinas, entre paisajes impresionantes, terrazas de cultivos, y lugareños haciendo su vida como hace mil años, hasta el laberinto incaico y ‘la piedra sagrada del puma’ que dio nombre al lago. En una parte del regreso tuve la compañía de un viejo labrador que cargaba en su espalda un fajo de leña para cocinar el almuerzo.”