“Josué se levantó de mañana, y partieron de Sitim, y vinieron hasta el Jordán, él y todos los hijos de Israel, y reposaron allí antes que pasaran.” Josué III/1
“Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto del SEÑOR, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco.” Josué III/17
Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado de él.
Mas Juan lo resistía mucho, diciendo: Yo necesito ser bautizado de ti, ¿y tú vienes a mí? …
Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.
Y he aquí una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento.”
Mateo III, 13-17
Los primeros párrafos, del Libro de Josué (el primero de la Biblia Hebrea después de la Torá), refieren al momento en que, ya muerto Moisés en el Sinaí, y luego de haber pasado cuatro décadas desde la salida de Egipto, el Pueblo Judío finalmente atraviesa el Jordán para ingresar a la Tierra Prometida. El pasaje siguiente, del Evangelio de San Mateo, nos cuenta una de las versiones sobre el bautismo de Jesús por Juan el Bautista. Ambos sucesos se habrían producido en el mismo sitio, en Yardenit, hoy lugar de peregrinación universal de los cristianos, administrado por un Kibutz de la zona. Multitudes de todos los continentes, vistiendo túnicas blancas, se sumergen en las aguas purísimas del río para celebrar sus propios bautismos. Innumerables carteles, quizás en todos los idiomas concebibles reproducen, precisamente, pasajes del los Evangelios referentes al bautismo de Jesús. 
Más al sur está Tiberíades (que lleva el nombre del emperador romano Tiberio), la ciudad a la que migró en el siglo XVI “la Señora” filántropa judeo portuguesa Gracia Nasí. Allí, en Tiberíades, están enterrados, según muchos creen, los huesos de Maimónides, que murió en El Cairo en 1204; nadie sabe cómo esos huesos habrían llegado desde El Cairo a Tiberíades, pero la creencia en estos hechos ha convertido a la tumba (que se ve en la foto superior), en uno de los lugares más santos de Israel). En el otro extremo de la ciudad, sobre la colina que brinda una espléndida vista del conjunto urbano y natural, hay otra tumba, la de Akiva ben Iosef, el célebre rabino que en los albores de la era cristiana tuvo por discípulo al autor del Zohar, Simón bar Yohai, y que murió mientras lo torturaban sodados romanos, por haber participado en la gran rebelión liderada por Simón bar Kojba. 

Todo lo anterior se encuentra sobre la ribera occidental del Mar de Galilea, y en el tramo donde de éste nace el Jordán, en un radio menor a 20 kilómetrostoo much!